lunes, 21 de diciembre de 2009

Consuegra

Este lugar está habitado, por lo que parece, desde el S. V adC, pero el nombre no llegó hasta bastante después, también por lo que parece.
Afirma Sandro Weltz el nombre de Consuegra proviene del latín: Consabura, que este Consabura significa Con-su-burra, y hace referencia a un tipo del lugar conocido porque iba siempre con-su-burra. Tan conocido fue el tipo, según SW, que aunque desconocemos su nombre, sí dio lugar al nombre del lugar que todo el mundo conocía como Consuburra, en latín, Consabura, que devino en Consuegra. Una sarta de tonterías, como siempre que SW abre la boca o le da a la tecla.
Afirma J. J. Domínguez que el nombre que los latinos dieron a la villa fue Consabura (ahí coincide con el vilipendiado SW) que, al parecer, significaba: "Confluencia del río Sevo" ahí es nada, Sebo con uve, al parecer el tal Sevo era el nombre del río que confluye por ahí, pero el sebo estaría algo pasado porque con el devenir de los años el río ha pasado a llamarse Amarguillo.
La verdad, no parece que "confluencia del río Sevo" se diga Consabura en latín, al menos en el latín que estudió un servidor en los escolapios.
Yo he buceado en la oscuridad inquietante de los tiempos y he dado respuesta al enigma. No puede saberse el origen del nombre del lugar si no se visita el lugar, y yendo allí a la vista queda la explicación de la toponimia.
Lo cierto es que en Consuegra hay un hermoso castillo acompañado de una oncena de molinos. Cuando los dueños del castillo (el castellano y la castellana) lo habitaban, tenían tanta tarea que solían dejar al niño con la abuela (que vivía al pie del monte, en el pueblo), así que el castellano se pasaba todo el día yendo del castillo al pueblo y del pueblo al castillo para dejar o recoger al niño. Y en cuanto salía del castillo los molineros se asomaban a las puertas y se gritaban unos a otros, allá va, con su suegra. Y allá va y allá viene y dónde va y de dónde viene... consusuegra consusuegra, tanto lo repetían que el lugar pasó a ser conocido como Consusuegra. Y con el paso de los años se elidió una -su- reiterada en el nombre y pasó a ser Consuegra. Y así se quedó hasta el día de hoy. Y mucho más bonito que el origen sea con su suegra que no con su burra... En fin.
Por hoy vale.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Santa Olalla

Dicen quienes saben que el nombre de este pueblo se debe a la mártir emeritense Santa Eulalia. Al parecer la tal muchacha nació en el 290 y se enfrentó al gobernador cuando éste puso en marcha la prohibición de Diocleciano de que los cristianos pudieran adorar a su dios. Viendo el gobernador que no había manera de convencer a la moza decidió hacerlo por las bravas, a golpes de varas metálicas y quemando después sus heridas. Pero qué burro. Desde luego que la mató pero no parece que así lograra convencerla de nada.
Lo que uno no llega a entender es qué relación hay entre Santa Eulalia y Santa Olalla. Algunos sugieren que es la evolución lógica de la palabra: EuLaLia > OLaLla. En fin, quién puede creer semejante patraña.
Yo he indagado en el asunto y he descubierto el verdadero origen del nombre de este pueblo. La historia se remonta a muchos años atrás, cuando existía una persona de oficio singular que recorría las costas de la Península. Se trataba de un domador de olas. Este hombre causaba admiración en cualquier lugar donde ejercía sus habilidades. Decía: "olas, para allá" y todas las olas para allá; "olas, para acá" y las olas para acá. "Olas, arriba" y ahí se quedaban las olas, levantadas, en actitud de espera. El domador de olas era un portento, podía conseguir que las olas hicieran los giros más insólitos y hasta triples vueltas mortales antes de diluirse en el agua salada.
Pero con el paso de los años este hombre perdió el ascendente que tenía sobre las olas y éstas dejaron de obedecerle, y decía: "olas, para allá" y las olas se reían "ji ji ji", "olas, para acá", y se seguían riendo "ji ji ji".
Así que desesperado este hombre decidió abandonar su oficio y buscó un lugar alejado de cualquier mar, yéndose a vivir en donde hoy está el pueblo que nos ocupa. Allí construyó una casa (la primera del lugar) y se mantuvo separado del mundo. Pero se resistía a abandonar del todo su saber, así que, al parecer, había traído consigo una ola metida en un barreño y pasaba mucho tiempo intentando recuperar su dominio sobre ella, se ponía junto al barreño y, con un aro en una mano y una fusta en la otra decía: "Salta Ola ¡Ya!", y la ola, "ji ji ji". Y él insistía una y otra vez: "Salta, Ola, ¡Ya!", pero no había manera.
Y la gente que pasaba por el lugar oía el perseverante "Salta, Ola, ¡Ya!" y pronto el lugar fue conocido por SaltaOlaYa. Con el paso de los años a la casa del domador de olas se sumaron más casas, y pasaron las generaciones y se olvidó el verdadero origen del nombre del lugar, por eso, cuando alguien trató de explicarlo intentó normalizarlo o más bien darle un sentido razonable, comprensible, y no encontró mejor explicación que "Ah, vendrá de Santa Olalla y alguien lo habrá escrito mal..."
Y así se quedó. Una lástima, porque nadie parece acordarse del domador de olas, ni siquiera una calle o una plaza o una esquina o una placa hacen mención a su existencia.
Por hoy vale.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Valdeganga

Dicen los habitantes de esta villa de La Manchuela albaceteña que el origen del nombre radica en la ubicación del pueblo (un valle) y en que en ese lugar había muchas “gangas” (un tipo de pájaro que se llamaba así, endémico de la zona): de ahí Val-de-gangas.
Yo, interesado por la cuestión, he ido al sitio y qué quieren que les diga, no vi ningún pajarillo de esos que dicen "ganga". Así pues lo descarté de inmediato.
Tras esta investigación sobre el terreno pasé a los estudios previos y me topé con uno de mi afamado y difamado Sandro Weltz, quien afirma que el pueblo se llama así porque todo lo que se vende en el valle es una ganga. ¡Madre mía!, que este hombre tenga tantos libros publicados da mucho que pensar, ¿no les parece?, y es que tras esta afirmación Sandro se queda tan pancho. Un servidor de ustedes, tras leer tremenda cosa, volvió al pueblo en cuestión y anotó todas las cosas posibles que se podían comprar: desde una botella de vino (de la tierra, excelente por cierto) a una casa con patio, desde una manzana a un manzano. El número de objetos posibles que se podían adquirir era de 5.462. Tras este estudio exhaustivo realicé otros similares en pueblos de los alrededores, ya estuvieran en el valle o en sus alrededores, y los resultados fueron similares. Así que de gangas, nada. Lo normal en precios, no vayan a hacerse ilusiones.
Hallé otro estudio en un pequeño cajón de papeles inconclusos de Pedro Cabdal, en el que se afirmaba que en ese valle cualquier objeto que se tirara botaba dos veces, por eso al lugar se le conocía como Valle del Going Going, y de Val-de-goin-goin a Valdeganga, medio siglo y medio.. Yo hice la prueba in situ y pude confirmar que muchas veces así sucedía, pero otras muchas no. Por ejemplo, si tiraba mi portátil al suelo, rebotaba, era cierto, pero solo una vez.
Finalmente indagué en el asunto a fondo y creo haber dado con el motivo del nombre.
Al parecer en la zona son muy aficionados al baile, y los habitantes del lugar, queriendo descollar sobre el resto de bailarines de otros pueblos contrataron un profesor inglés para que les impartiera clases de baile. Todo fue bien hasta que llegaron al Vals, porque en el vals la gente se enredó: encontraron la esencia de sus vidas y de las danzas: bailar el vals. Y se pasaban todo el día bailando el Vals, y el profesor no dejaba de decir ONEtwothree, ONEtwothree… (UnDosTres). Quienes venían al lugar no dejaban de escuchar a los lugareños diciendo ¿Bailamos el vals del One, One?, One one porque twothree no se oía apenas, y de ahí pasó a llamarse el lugar Vals-de-one-one, y como one one en inglés suena uan uan, pues Val-de-uan-uan. Y de Val-de-uan-uan a Valdeganga, un par de siglos y un tropiezo.
Por hoy vale.