domingo, 21 de febrero de 2010

Bienservida

Dicen los habitantes del lugar que el nombre de este pueblo se debe a que hubo una persona que le pidió un favor a una santa (o a una virgen) y ésta se lo concedió, y en agradecimiento el favorecido edificó una iglesia y dijo que la santa (o la virgen) quedaba así bien servida. Y el lugar fue conocido como Bienservida.
Pero no parece que esta sea la razón, lo digo porque de tan evidente y tan obvia pues resultaría demasiado sencilla para el arte del estudio toponímico. Así pues me puse a trabajar y me fui nada más y nada menos que a París, a hurgar en los archivos de la Universidad de La Sorbona, y allí pasé una semana manoseando legajos a costa de la emisora. Bien es verdad que no estuve todo el rato en oscuros archivos, pude también pasear por las calles de la ciudad de la luz, dar un garbeo por sus museos y comer quesos y beber vino. También fueron estas dietas a costa de la emisora de radio, pero digo yo que no va a ser todo trabajar...
Lo cierto es que después de una semana de estudios e indagaciones no encontré en La Sorbona ni una palabra que hablara de Bienservida, así que volví a España, a Castilla La Mancha, y fui al pueblo en cuestión para investigar sobre el terreno. Y hallé la punta del hilo que deshizo la madeja.
Parece ser que allí, tiempos ha, en un cruce de caminos hubo una venta famosa por sus verduras (tierra es esta de agrícola labor y verdura gozosa) presentadas siempre bien hervidas. Saben quienes esto leen que encontrar el punto de las verduras es difícil, porque a veces vienen medio crudas y otras veces vienen pasadas, perdiendo propiedades y sabiendo a nada. Sin embargo en esta venta las verduras estaban Bien Hervidas, y por eso al lugar pronto se le conoció como BienHervida, como esa H era pelín aspirada de BienHervida a Bienservida, un suspiro. Aunque hay quien dice que también el nombre se debía a que, además de bien hervida, estaba la vianda bien servida.
Y por hoy vale que ya va dando hambre.

San Carlos del Valle

Dice Sandro Weltz sobre este pueblo que se llama así porque había una ermita dedicada al culto de San Carlos en un pequeño valle, y que esta ermita fue concitando a su alrededor ermitaños y demás devotos y así nació el lugar. Una vez más don Sandro tira por el derrotero sencillo.
Hablan otros manuscritos de que el origen de este nombre se debe a que el rey Carlos III decidió levantar en el lugar (un valle) una villa, y por eso se llama San Carlos del Valle (como si el rey Carlos III fuera un santo...).
Uno oye y lee cosas de este tipo y le entran ganas de tirar la toalla y dedicarse a dejar languidecer las horas mirando por la ventana. Pero siempre el gusanillo de la curiosidad acaba por roer adentro y me impele a indagar en la verdadera razón de la toponimia. Así que tomé el asunto por las riendas y metí las manos en harina y me puse con ello. Y aquí traigo el origen del nombre de este hermoso y pequeño pueblo.
Cuando los franceses invadieron las Españas llegaron a este triángulo geográfico formado por Valdepeñas, Manzanares y Villanueva de los Infantes (que incluía a la Solana y Membrilla en su hipotenusa), entonces estas cinco villas decidieron ocultar a sus personas más destacadas: arquitectos, ingenieros, poetas, filósofos, estudiosos... en un lugar de muy difícil acceso, un valle amurallado de altas e inaccesibles montañas. Allí enviaron a los memoriones y cerebritos y teniendo a estos seguros se dedicaron a guerrear contra el francés. Finalmente los franceses tomaron las villas (a costa de mucha sangre y sudor y lágrimas) pero al no encontrar a las eminencias siguieron buscándolas y dieron con el valle que las ocultaba. Pero los/las eruditos/as no se habían quedado de brazos cruzados y habían armado una defensa imposible de vadear. El francés sitió el lugar pero no podía tomarlo. Mientras tanto, en las otras ciudades, la gente empezó a exigir a los gobernantes y a las resistencias que sacaran a sus sabios/as del valle, y al grito de ¡sacarlos del valle, sacarlos del valle! se multiplicaron las manifestaciones.
Así fue como por un lado estaban los franceses intentando tomar el lugar y por otro los españoles intentando sacar del lugar a los allí ubicados. Pero nadie contó con los del lugar, que bien pertrechados aguantaron al francés sin despeinarse y se dedicaron a la filosofía y al arte: así, en los años de asedio, mientras el resto del mundo se empeñaba en tomarlos o rescatarlos ellos edificaron la bella iglesia y la plaza hermosísima que jalonan la villa.
Ido ya el francés ejército, habían sido tantas las manifestaciones que al lugar se le conocía como sacarlos del valle. Como los ubicados habían decidido ser habitantes del lugar, pues pidieron que la villa se llamara así: Sacarlos del Valle, en recuerdo de la historia. Ahora bien, el encargado de hacer los carteles que anunciaban la entrada al pueblo pensó que se trataba de un error y lo corrigió según le dictaba su entendimiento y así el sitio pasó a llamarse San Carlos del Valle. Y por hoy valle, digo vale.

jueves, 11 de febrero de 2010

Villarta de San Juan

El pueblo cuyo nombre es objeto de estudio hoy es famoso por su puente romano (o puente viejo) de más de 500 mts. y 46 ojos a la vista. Piensan algunos sabios y medio eruditos que este puente tiene que (casi que por decreto) ser la razón del nombre del pueblo.
Así algunos de estos pseudolistos (entre ellos Sandro Weltz) afirman que el origen del nombre es debido al puente en cuestión, ya que para cruzar el puente había que pagar un impuesto, había que pechar. Pero claro, el señor que cobraba el peaje no estaba siempre, incluso algunas veces se tomaba unos moscosos y entonces el puente permanecía cerrado, por lo que quienes querían cruzarlo tenían que acampar a la espera de la apertura. Dice don Sandro que muchos de ellos dormían a la entrada del puente, y que cuando, al amanecer, despertaban y veían el puente y al final la villa, decían, qué villa tan alta: Villa Alta, que no era alta, que era lejana, pero al estar tumbados cambiaba la perspectiva. De ahí el nombre de Villa Alta, y de San Juan (el apellido) llegaría más tarde, cuando la Orden de San Juan sentó sus reales por aquellas tierras.
La razón parece más que forzada cogida por alfileres o por los pelos o más bien por las sombras. Es impresionante que gente seria se digne a decir tonterías como estas.
Yo he ido a Villarta y he paseado por sus calles y he observado sus lugares y he escuchado a sus gentes, es así como he llegado al origen verdadero del nombre de este pueblo.
Lo cierto es que esta villa, años ha, experimentó una serie de asombrosos milagros que dieron nombre al pueblo. La cosa comenzó cuando un día, de buena mañana, los más madrugadores descubrieron en medio de la plaza una talla que milagrosamente allí había aparecido. Después de unos breves estudios se dedujo que se trataba de una escultura de San Juan Nepomuceno Neuman. Se buscó un lugar para la talla y se dio noticia del milagro a la curia. Pero todavía no se habían repuesto del impacto cuando al día siguiente, en la misma plaza, apareció una nueva talla que, tras otro breve estudio, resultó ser la de San Juan Stone. Si un milagro es cosa milagrosa, dos resulta ya algo excepcional. Pero no paró ahí el asunto, porque al tercer día apareció una nueva talla, en esta ocasión se trataba de San Juan de Montemarano. La sorpresa fue mayúscula, y siguió siendo cuando, según se sucedían los días, se sucedían las tallas milagrosas: San Juan Fisher, San Juan de Clímano, San Juan de Duns Escoto, San Juan de Kety, San Juan Damasceno, San Juan Xenos, San Juan de Chinón... y así durante 50 días seguidos fueron apareciendo 50 Santos (y todos ellos Juanes) y ya no sabían qué hacer, pues al ser milagrosas no podían deshacerse de ellas ni almacenarlas de cualquier manera... hasta que un clamor tomó gargantas, calles y la municipalidad toda: ESTAMOS HARTOS DE SAN JUAN. Y así fue como al lugar se le conoció por Villa Harta de San Juan, y de ahí, a Villarta de San Juan, un traspiés sin h. Por cierto, desde la proclama dejaron de aparecer tallas milagrosas.
Por hoy vale