domingo, 29 de noviembre de 2009

Almonacid de Zorita

Trabaja uno mucho para desentrañar la hondura de los significados del nombre de los lugares para que venga cualquiera y diga cualquier cosa. Este cabreo inicial proviene de la lectura de un pseudoensayo (que no sesudoensayo) de Sandro Weltz, quien afirma que Almonacid proviende de Posada (sin especificar en qué idioma: ruso, swahili, mapuche o griego arcaico), y que "de Zorita" significa "de Zorita", así pues: Alomonacid de Zorita sería Posada de Zorita (de los Canes) aunque la posada y la villa queden distanciadas de unos cuantos kilómentros (y no a un tiro de piedra, que decía don Juan Solo el pasado sábado en la SER, que muy fuerte tira este hombre las piedras).
Me adentré más tarde en los sesudos estudios de don Arranz Lloveró, quien afirma que Almonacid proviene del árabe Al-Munaster, que significa Monasterio, siendo este un nombre común que daban los árabes a los lugares recién conquistados en los que había alguna iglesia. Si este razonamiento fuera cierto pocos Monasterios encuentramos dispersos en nuestra geografía peninsular.
Seguí indagando y me topé con uno de los grandes, nada más y nada menos que don Camilo José Cela, quien, al parecer, también se preocupó algo por las toponimias. Dice don Camilo que Almonacid proviene de dos palabras árabes: Almunia y Cid, Almunia significa huerto y Cid, señor. Así pues él sugiere que Almonacid de Zorita sería algo así como "El huerto al que el señor se lleva a las (mozas) de Zorita"; al parecer se las llevaba para arar y sembrar, pero no a la manera agrícola tradicional, sino que el arado y la siembra eran carnales. Quien quiera entender que entienda. De aquí provendría la expresión "llevarse a alguien al huerto" y también "regar el perejil", y otras muchas, que no quiero abundar.
Quizás esta sea la razón por la que esta entrada toponímica se encuentre en un lugar inhabitual, en el Diccionario del Erotismo, vol I, ed. Grijalbo, de don Camilo.
Tal vez porque no me convenciera ninguna de estas propuestas, tal vez porque estaba yo con la mosca detrás de la oreja, lo cierto es que decidí seguir indagando y así fue como di con el fruto que ahora pelo ante ustedes.
Al parecer el nombre del pueblo proviene de un singular hecho acaecido nueve o diez siglos atrás. Andaba por estas tierras guerreando el mismísimo Ruy Díaz de Vivar, el Cid, quien se ofuscó en la toma y conquista de la villa de Zorita de los Canes, a la sazón coronada por aquel entonces con un majestuoso e inaccesible castillo. La campaña fue dura, más de lo habitual para el Cid y sus soldados. Por eso cuando el Cid pudo, por fin, tomar el lugar, decidió llevarse un recuerdo para no olvidar la hazaña. Y no tuvo mejor idea que llevarse una almena del castillo, la más alta. (Todavía hoy se puede ver el castillo de Zorita de los Canes con lienzos desgarrados y partes derruidas y una esquina desalmenada, como desdentada). Alvar Fáñez trató de hacerle entrar en razón, que cómo iba a llevarse una almena, pero el Cid erre que erre, así que no hubo modo, se mandó llamar a doscientos boyeros con sus familias y bueyes y entre todos cargaron la almena en un carro enorme fabricado para la ocasión y comenzaron el viaje. Pero claro, no había forma de andar ligero con semejante suvenir, así que cuando el Cid comprobó que en ocho meses apenas habían avanzado unos pocos kilómetros decidió deshacerse de la almena y ordenó dejarla en el lugar. ¿En qué lugar?, le preguntaron, en este lugar, contestó, donde estamos. Y ahí mismo se dejó la Almena del Cid de Zorita, y a su alrededor se fundó, casi sin querer, una villa, pues los doscientos boyeros y sus familias quedaron instantáneamente en paro y allí se ubicaron y organizaron. Al lugar pronto se le conoció como la Almena del Cid de Zorita, con los años: Almonacid de Zorita, obvio.
Por hoy vale.

No hay comentarios:

Publicar un comentario