Lo cierto es que una vez ya romanizado el sitio pasó a llamarse Calagurris, a su vez forma arcaica del canto del gallo latino, según afirma en sus escritos el famoso calagurritano Quintiliano.
Menéndez Pidal y otros afirman que el nombre del lugar nada tiene que ver con el canto del gallo, sino que proviene de lenguas de sustrato vasco, y que podría significar: castillo del pueblo, altura roja, o una suma de ambas: castillo rojo que está en lo alto.
La cosa sin embargo es mucho más sencilla, el nombre del lugar proviene de cala y de horra, es decir, ensenada libre. O sea: lugar donde se podía pescar libremente.
Hasta que se inventaron los cotos, obviamente.
Por hoy vale.
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