viernes, 5 de marzo de 2010

Olías del Rey

Este toponímico bien podría llamarnos a engaño. Cualquiera, como Sandro Weltz, caería en la tentación que tiene que ver con los olores corporales de la realeza. Así, el iluso Sandro cree que Olías del Rey proviene de un viejo cuentito en el que se afirma que los días en los que el rey se bañaba y perfumaba hasta ese lugar llegaba su fragancia, ¡como si la corte no anduviera bien alejada! Sandro descarta otro cuento que afirma que el rey pasó por el lugar y la gente se acercaba a olisquearle por aprehender la esencia real. Menos mal que esto sí lo descarta Sandro.
Otros estudios afirman que el nombre del pueblo viene de Olivas del Rey ¡qué barbaridad!, uno quieren olfatear al rey y otro mentar sus olivas... les recuerdo el dicho de ir a cambiar el agua al canario o ir a cambiar el agua a las olivas cuando uno va a orinar.
Creo que no puede ser, ni de lejos, cierto que el nombre del lugar haga referencia a las partes más privadas del rey.
La confusión viene del término Olías, que cualquier que haya estudiado algo de evolución fonética y léxica sabrá que es un término bastante común que proviene del gigante Goliat. Goliat en el medievo era conocido como Golías, u Olías, de ahí el hecho comprobado que a los gigantones se les solía llamar Golías u Olías.
Aclarado esto la cosa resulta sencilla entonces: un hombre grande, gigantón, de la guardia personal del rey, leal como pocos, recibió como recompensa por sus servicios una villa. El lugar fue conocido, desde entonces, como Golías/Olías del Rey.
Y por hoy, vale.

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